Sueño

Ayer, otra vez, casi sin querer, volvió a quedarse dormida. Acariciando la libélula del protector que cubre su cuna.

Justo cuando más interesante se tornaba el descubrir contornos, formas y colores, se quedó dormida. Después de saciar el apetito nocturno. Tras sonreírnos abiertamente y comunicarnos, con su mirada, más que con un millón de palabras, que se encontraba feliz.

Y así, con estos pequeños gestos, descubres la fragilidad de su persona.

Situaciones diarias que te llevan a relativizar todo lo que te rodea. Situaciones que te obligan a dar sentido al mundo que te envuelve. Que la envuelve. Planteándote el futuro a través de momentos inmediatos.

Le inundó el sueño unas horas después de haber examinado el mundo minuciosa y salvajemente, sin dar abasto con todo lo que conforma su vida. Preguntaba con sus ojos, profundos y cautivadores. Decidida. Sin miedo. Y nosotros como el transporte que le permite saciar su curiosidad.

Y así, ella va descubriendo el mundo a través de los objetos que encuentra en su camino. Y nosotros redescubrimos la vida gracias a ella.

Simbiosis.

Horas antes de quedarse dormida, por la tarde, llenó de carcajadas la habitación porque el pelo de papá le hacía cosquillas en la palma de las manos. Porque mamá le hacía pedorretas en el cuello. Porque tras ayudarle un poco, conseguía quedarse sentada y sin perder el equilibrio, y sentía que había conseguido algo importante.

Y así llevamos ya 5 meses de calendario. Y porque me pongo a echar cuentas, que si no diría que Daniela lleva con nosotros gran parte de nuestra vida.

Me encanta ver a Vicky haciendo de mamá...
Me fascina ver cómo Daniela mira a Vicky, pidiéndole más vida...

Ayer, otra vez, casi sin querer, volví a quedarme dormido. Acariciando mi felicidad...