26 abril 2010

¿Qué es el cerebro?

- ¿Ahora nos toca a nosotros, papá? - preguntó Daniela con un batido de frutas en la mano.

- Ya nos queda poco, hija. Anda, échale batido al "bicho", que ya sabes que no le gusta mojarse.

Del "bicho" no conocemos su forma ni el color que tiene, pero si sabemos dos cosas; una: es lo que a Daniela le hace toser, y dos: cada vez que el "bicho" recibe un líquido, se asusta dentro de Daniela, poco a poco va saliendo de su cuerpo y le deja tranquila al cabo de unos días.

El "bicho" odia el agua, y cuando Daniela tiene catarro, le echamos agua encima y se va rápidamente de su cuerpo mientras grita: "¡¡Ay, ay, que es agua!!...¡¡Yo me voy de aquí!!".

Vale. Es la nueva trola que me he inventado para que Daniela se infle de agua cada vez que tiene catarro... pero, qué queréis, funciona.

- ¿Cuándo nos toca, papi?
- En un ratito Matilde nos llama... Veeenga, terminate el zumo que acabemos con el "bicho" de una vez.

Un ratito después, salió una mujer con bata blanca de detrás de una puerta que dejaba paso a una madre con su hija, y leyendo una lista, pronunció el nombre de Daniela. Daniela me miró y se bajó de la silla de la sala de espera con un pequeño saltito y el poco batido que le quedaba en la mano. Daniela entró en la consulta con alegría y saludó a Matilde.

Matilde es quien le ha quitado el miedo a Daniela. Con su trato, su cariño y sobre todo, el escucharla, ha conseguido que el pavor que Daniela le tenía a los médicos, haya desaparecido. Y en una sesión, ¡flipa!

Y allí tenía a mi enena entrando en la consulta delante de mí, sin que yo tuviera que cogerle de la mano o auparla. Y la veía tan tranquila cómo se sentaba en una de las sillas que quedaba por delante de la mesa de Matilde que me dije, "voy a dejar que sea ella la que le cuente lo que le pasa" (por lo de la autonomía y tal).

- Hola Daniela, nos vemos otra vez, ¿verdad? - preguntó Matilde.
- Sí.
- ¿Qué te pasa?
- Pues verás, es que, es que,... me duele la "gaganta"...
- ¿Sí?
- Sí... y, y tengo tosss...
- ¿Has tenido fiebre?
- Eeeem... ¡no! - dijo mientras daba un sorbo al batido.

Matilde me miró y me dijo que la desnudara de la cintura para arriba. Le dije a Daniela que nos teníamos que bajar de la silla y subirnos a la camilla, y que dejara el batido en la mesa de Matilde, que luego le seguiría echando batido al "bicho". Daniela obedeció pero quería informar a Matilde de una cosa muy, pero que muy importante.

- Eeeh... verás, el zumo tiene vitaminas para el... para el... cerebro.
- ¿Sí? - dijo Matilde con cara de asombro - ¿tiene vitaminas para el cerebro?
- Síiii... claro...
- Oye, Daniela, ¿y qué es el cerebro?
- Eeeeemmm... los pies fríos.

Matilde y yo nos miramos y nos reímos mucho por la respuesta que nos había dado casi sin pensar. Y Daniela también se empezó a reír. Tanta gracia le hizo a Matilde, que abrió la puerta que daba a una consulta contigua y avisó a Antonio, el DUE que trabaja con ella para contarle lo ocurrido. El hombre, que es otro encanto con los niños, estuvo un rato jugueteando, haciéndole preguntas a Daniela y ella se lo pasó pipa, al ver que todos le hacíamos tanto caso y que le escuchábamos.

Cuando terminamos la consulta, Matilde le dijo a Daniela:
- Adiós, Daniela. Ha sido un placer, de verdad.

Y Daniela le dijo adiós y se despidió mandándole un beso. Cuando salimos del centro de salud, le dije que se había portado muy bien y que había sido muy buena. Y ella me dijo:

- Mañana, si quieres, venimos otra vez a ver a Matilde, ¿vale?.

Sólo se me ocurre decir: Gracias Matilde. Gracias Antonio. Estas cosas hacen que crea más firmemente en la música.

Y sobre todo: Gracias Daniela... eres mi música.

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